La información es poder (también en las organizaciones)

La gestión de la información (y por extensión del conocimiento) es una de las cuestiones clásicas del management. Hay casos en los que todo un proceso significativo (por su importancia o complejidad) para una organización depende de una única persona con el riesgo, generalmente inconsciente y por tanto peligroso, que ello supone. Pero también  todos conocemos casos en los que un proyecto no ha sido todo lo exitoso que se quería por no contar con toda la información potencialmente disponible, por cuestiones de despiste o desorganización o, lo que es peor, por mala fe (ocultación deliberada) por parte de compañeros o, incluso, jefes.

En el apartado de mala fe, está bastante extendido el estereotipo del compañero “trepa” que no sólo se apropia del trabajo ajeno, sino que dificulta el trabajo del compañero como medio para la promoción interna. Pero, aunque parezca paradójico, también existe el jefe que retrasa u oculta información que facilitaría el trabajo de sus colaboradores, con el fin de reforzar su posición respecto a su equipo.

Y no me refiero a los descuidos o malentendidos ocasionales propios de cualquier actividad humana, ni tampoco al lógico filtro de confidencialidad en cuanto a temas “sensibles”. Describo una táctica deliberada originada por el resentimiento (“a mí nadie me enseñó”) o la mediocridad y la inseguridad generados por el miedo a verse superados por subordinados que les pueda quitar el puesto o, simplemente, hacer sombra.

En mi vida profesional me he encontrado con sujetos de esta índole que osadamente trataban de justificar su comportamiento con argumentos tales como,  “era necesario para mantener la tensión en el equipo”,  “no sé cómo no se enteraron” ó “es la única forma de que aprendan”…  Mediocres, resentidos, inseguros, déspotas: en definitiva, infelices que insisten en propagar su infelicidad a los que les rodean.

Estos comportamientos, no solo son reprobables éticamente (Kant se retorcería en su tumba), sino que no son rentables para la organización. Y esto debería ser más que suficiente para su persecución y corrección.

Por el contrario hay personas que, por su forma de entender la vida, el trabajo o las relaciones personales, son colaborativas a la hora de poner en común sus conocimientos y experiencias previas para facilitar las tareas a los compañeros o colaboradores. Y ésto, lejos de debilitar su posición frente a sus compañeros-rivales, supone un comportamiento esencial o un refuerzo para la consecución de “autoridad moral” (auctoritas) dentro de la organización.

En este sentido, parece evidente que una organización no puede depender de la voluntad de sus integrantes para que fluya el conocimiento. Es preciso establecer políticas y procedimientos que incentiven y premien ese comportamiento en todas las situaciones: es el único camino para capitalizar el conocimiento y, lo que es más importante, retener el talento, por lo que es necesario que este enfoque se incorpore a la cultura organizativa real (no la oficial) de cada institución.

¿Y ésto aplica en todos los casos? En  mi opinión, se trata de un principio, por lo que se podría considerar universal en todos los sectores de actividad y en todas las situaciones al ser una característica de la excelencia, resultando aún más importante en los sectores de consultoría/asesoría, dónde la totalidad de los activos es la experiencia, la metodología y el conocimiento que aporten sus equipos de trabajo en los diferentes campos de actuación.

En este sentido, en una coyuntura tan complicada como la actual y ante la caída de los mercados, muchas empresas están reduciendo personal. Y lo peor es que, en muchos casos, el criterio que se está seguiendo a la hora de definir la lista negra está siendo la cuantía de indemnización a abonar en cada caso, en lugar del “valor” que aporta cada trabajador a la compañía. Como siempre: pan para hoy y hambre para mañana. ¿Dónde quedan las políticas de retención del talento o la excelencia en el desempeño? También se puede, o mejor dicho, se debe ser excelente en tiempos de crisis. ¿Estamos dando la talla en esta clase de decisiones?

Y en tiempos duros, los mejores son los que tienen mayores probabilidades de supervivencia.

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6 respuestas a La información es poder (también en las organizaciones)

  1. Alfonso dijo:

    Yo tenía un jefe capullo que le llegaban las cartas informándole de algo que yo necesitaba para hacer mi trabajo y no me decía nada. Luego me echaba la bronca por que no lo había hecho.

    Yo me limitaba a contestarle que no había hecho el curso de adivino y que si no me lo había dicho yo no lo podía saber y, por tanto, no lo podía hacer.

    Una vez me echó una bronca porque se había perdido un papel que debía estar en un expediente. Lo estuve buscando 2 días por toda la Subdirección y, cuando me cansé de buscarlo, fuí a su despacho a decirle que no lo había encontrado. Se puso como una fiera y dijo «si es que todo lo tengo que hacer yo», se fue a un armario de su despacho, abrió la puerta y sacó el papel que llevába buscando 2 días y dijo: «mira aquí está». En esos momentos no sabía si matarle, echarme a reir por lo tonto que me parecía o no decir ni mu. Opté por no decir nada. Cogí el papel y lo metí en el expediente. ¿A que parece increible? En aquellos momentos teníamos muchísimo trabajo que sacar adelate con plazos muy reducidos y desperdicié 2 días haciendo el tonto. Yo me consolaba pensando que yo estaba ahí para hacer lo que me mandara el jefe y si perdía el tiempo con sus tonterías y luego no salían las cosas en plazo el que perdía era él que no se iba a llevar las medallas. A mi me iban a pagar lo mismo y, por supuesto, no estaba dispuesto a recuperar el tiempo perdido echando horas extra.
    Debido a mi filosofía de trabajo, conseguí que me echara aprovechando una reestructuración en el Ministerio y poco después sufrió una úlcera que casi lo manda al otro barrio.
    Yo, ahora, estoy genial en mi nuevo puesto de trabajo y con mi nuevo jefe. Sólo hecho de menos a los compañeros.
    Creo que uno tiene que tener principios a la hora de trabajar y ser fiel a ellos. Y no dejarse pisar por capullos (aunque esto es muy fácil decirlo si se es funcionario)

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  2. pb dijo:

    Que grande es la teoria, Pero en estos momentos que poco se lleva a la practica… Creo que todos deberiamos de ser mas companeros y esforzarnos cada dia en ayudar al projimo un poco mas cada dia. Y no dedicarse a putear a los companeros o jefes

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  3. Rafael T dijo:

    Las organizaciones, como bien dices, y desafortunadamente, dependen totalmente del manejo que hacen sus personas de la información. No solo de expedientes que se escondan, si no de tantos detalles que hacen cambiar el rumbo de los acontecimientos que parece incontrolable.

    Perfiles hay de todos los tipos. Desde el perfil de jefe que todo lo que cuenta son éxitos, cuando hay de todo, como en botica, hasta el jefe «capitan araña» que organiza auténticos tinglados para dejar su resolucion a los demás que han estado ajenos al desarrollo de los acontecimientos. Pero todos estos problemas tienen un nexo común, que a veces establece el «pecado original» del asunto. Este nexo es la forma en que el elemento llegó al poder que tiene.

    Chascarrillo:
    Una vez un colega y amigo más joven, me preguntó en uno de nuestros viajes a sitios remotos, algo relacionado con la forma de obtener el poder. Yo que tenía en ese momento en la cabeza a alguna persona en concreto, le dije una tontada para aquellos años que va siendo realidad cada vez más. ¿Que cómo se alcanza el poder?. Votando con alguien importante, rezando con alguien importante o acostandose con alguien importante. Si además te acuestas, rezas y votas con el mismo importante el poder es enorme. Mientras dure.

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  4. JN dijo:

    Me gustaría poder decirte que no tengo idea de lo que hablas … pero para mi pesar si lo conozco y demasiado bien …
    En mi profesión (leyes) la competencia es feroz y el conocimiento es la herramienta más valiosa para poder llevar realizar el trabajo.
    Pensaba que en mi país era un estilo de trabajo … «hacer la vida imposible al de más abajo»; porque nadie quiere ser el empleado de turno sino el empleado popular.
    Supongo que las organizaciones son las que sufren pero o nadie se da cuenta o en si es una premisa errada porque a pesar de que ocurre tambien en España (donde actualmente vivo) nadie hace nada para que esta situación por desastrosa cambie.
    Siempre pense que era una cosa de carrera luego pense que era una cosa de país y ahora me doy cuenta para mi malestar que es una situación mundial que recorre no culturas.
    Concuerdo … la información es poder y quien más tenga en mejor posición se encuentra, tal vez algo cambie o tal vez nada lo haga; lo que es cierto que entre más experiencia obtengo más concuerdo con Charles Darwin .. «es la supervivencia del más apto».

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