La Guerra Ruso-Polaca (1919-1921): Cuando el éxito es el origen del fracaso

La historia de Polonia es apasionante. Baluarte desde el S.XVI del catolicismo en Europa del Este, su ayuda militar fue esencial para levantar el último asedio de Viena (1683) por parte de los otomanos. Constituida como una monarquía electiva (la “democracia de los nobles”) entre los siglos XVI y XVIII, disponía de un sistema de contrapoderes que, en cierto modo (reconozco que extralimitándome un poco) podía considerarse una protoversión del que diseñaron los padres fundadores de los USA.  Su época de hegemonía militar en la región se fundamentó en sus unidades militares de caballería de tal forma que, durante la Edad Moderna y antes de Rocroi (1643) y de la reforma militar de Gustavo Adolfo de Suecia, la infantería más reputada era la española y la caballería más temida la polaca.

Cerco de VienaEn 1795 tras una época de decadencia y bajo la presión de las emergentes potencias vecinas, Polonia acabó definitivamente repartida entre Austria, Prusia y Rusia, aunque la cultura y espíritu polacos no desaparecieron en ningún momento, como lo demuestran los periódicos levantamientos que tuvieron lugar. Finalmente Polonia acabaría recuperando su independencia tras la devastadora Primera Guerra Mundial, si bien es cierto que, durante las guerras napoleónicas, Bonaparte fundó el Gran Ducado de Varsovia, como un estado satélite bajo de la influencia francesa que se volatilizó entre sus vecinos en 1815 tras el Congreso de Viena.

El 1919, la situación en la zona era extraordinariamente inestable: Rusia había sido derrotada en la Primera Guerra Mundial, los bolcheviques habían acabado con el sistema zarista, y el ejército rojo, bajo la dirección de Trotsky, estaba derrotando los restos del ejército blanco zarista (imprescindible ver la película El Almirante). En este contexto, y fruto de la visión internacionalista del comunismo, los bolcheviques decidieron expandir las ideas revolucionarias hacia el oeste con las armas para “salvar” al proletariado, así que, tras batir al ejército polaco que había ocupado parte del antiguo territorio del imperio zarista, acabó penetrando en Polonia avanzando hacia Varsovia, con la intención de continuar hacia el oeste una vez sometidos los orgullosos polacos.

Sin embargo, cuando todo parecía perdido de nuevo, el Ejército Rojo fue derrotado estrepitosamente en el cerco de Varsovia, en lo que vino a llamarse el “Milagro en el Vístula”, cuando las unidades de caballería polacas, que se habían modernizado con armamento ligero de Francia, infringieron una derrota decisiva a los invasores comunistas. Una vez más, la caballería polaca emergía como salvaguarda de la nación y columna vertebral de la defensa del país.

Poco después se firmaría el armisticio (1921), y Polonia se vería reconocida como estado independiente en forma de república democrática hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, cuando el pacto Hitler-Stalin supuso el sometimiento y división de Polonia entre ambos regímenes totalitarios.  En estas circunstancias, y ante la pasividad de Francia y el Reino Unido, estaba claro que Polonia estaba perdida, pero el enfrentamiento suicida de la caballería polaca a los blindados alemanes resultó un sinsentido absoluto que, a día de hoy, sigue causando estupor entre los estudiosos.

Caballería Polaca

Volviendo al mundo de la gestión, las empresas cimientan el posicionamiento de sus productos (su propuesta de valor) en organizar sus recursos para satisfacer las necesidades de los clientes por los que compiten. Es decir, si la empresa conoce en detalle los atributos (y su importancia relativa) que el cliente espera a la hora de adquirir un producto/o servicio, y es capaz de construir una propuesta de valor alineada con los Factores Clave de Éxito requeridos por el mercado, podríamos decir que la empresa ha sido capaz de generar una ventaja competitiva.

Por tanto, la ventaja competitiva de las organizaciones surge, en esencia, de conocer adecuadamente las necesidades y expectativas (según el caso: precio, rapidez, calidad, servicio, marca, etc…) de los clientes, y ser capaces de implantar una Estrategia, una “forma de hacer las cosas”, que se ajuste a ello. En este sentido, existen herramientas y metodologías de análisis contrastadas que facilitan ese estudio del mercado que, por otra parte, cada vez es más complejo y cambiante. Sin embargo, no deberíamos olvidar que todos esos estudios, análisis, excels y power points pueden ser necesarios en el proceso, pero son insuficientes: la clave, como siempre, está en la implantación y el seguimiento de los medidas y resultados obtenidos, y eso tiene mucho de arte.

VENTAJA COMPETITIVA

Queda claro, pues, que construir una ventaja competitiva es complicado, pero lo peor es que tampoco esto es bastante. Efectivamente, la ventaja competitiva debe ser, además, sostenible en el tiempo y ésto resulta una tarea titánica que sólo las empresas excelentes son capaces de alcanzar, ya que:

1) Si nuestro modelo de negocio funciona los competidores lo replicarán (e incluso mejorarán) y nuestra ventaja diferencial acabará difuminándose (peligro por el lado de la oferta) y

2) los clientes son cada vez más exigentes, y sus expectativas y necesidades van cambiando con el tiempo por lo que, si no nos adaptamos a esa dinámica, acabaremos con un portfolio de productos y servicios que satisfarán las necesidades de los inexistentes clientes del pasado (peligro por parte de la demanda).

En definitiva, el cementerio de empresas está repleto de empresas que desaparecieron víctimas de su propio éxito pasado al no evolucionar. Que no nos pase como al valeroso ejército polaco de la Segunda Guerra Mundial: sacrificado siguiendo una estrategia desfasada.

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Sobre los tiempos que corren: no dejo de pensar en el lamento del Conde-Duque de Olivares al Cardenal-Infante Fernando de Austria: «en España faltan cabezas» como veíamos en un post anterior.

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5 respuestas a La Guerra Ruso-Polaca (1919-1921): Cuando el éxito es el origen del fracaso

  1. Manuel Zayas dijo:

    Como siempre acertadísima comparativa con nuestra historia reciente («quien no conoce la historia está condenado a repetirla» perdón pero no recuerdo ahora de quien es la cita) para traernos una enseñanza de aplicación presente e inmediata.
    Siempre me fascinó de pequeño cuando leía en las novelas ilustradas de «Hazañas Bélicas» la famosa carga de la caballería polaca contra los blindados alemanes, una carga tan valerosa como suicida e inútil, muy romántica eso si ( sí hay que fracasar al menos que sea con estilo, no?)

    Gracias y un saludo.

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  2. Iñaki dijo:

    Gigantes como Kodak, Nokia, Blockbuster, BlackBerry, Panasonic…. sacrificados por seguir estrategias desfasadas.

    Buen símil y gran post Antonio. Un placer leerte.

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  3. Rafael Tremul dijo:

    Buen simil. El hecho que cuentas se repite con frecuencia. Aunque a veces tambien, el fracaso mas inmenso se puede sembrar por un plan estretégico de «todo o nada» enormemente revolucionario. ¿Recuerdas la apuesta de Philips por la hoja electrónica plegable que suplantase a los periodicos?. ¿Donde está?.

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  4. Juan Ignacio VC dijo:

    Felicidades Antonio no cabe duda que saber de historia nos permite predecir el futuro y el tener la capacidad de integrar estos elementos históricos con una visión empresarial nos permite entenderlo mas fácilmente algo que es muy complejo de transmitir como lo expones tu.
    Muy acertada tu reflexión en estos tiempos donde una propuesta de valor cada vez tiene menos tiempo de vigencia y cada vez se fragmenta mas en regiones y culturas distintas en una economía cada vez mas global

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  5. Pingback: Construyendo la ventaja competitiva: La República de Venecia | elnietodenicomaco

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