Antoine Parmentier, la patata, los «influencer» y el Cliente Digital

Antoine Parmentier (1737-1813), ingeniero agrónomo, naturalista e higienista francés, es un ejemplo del periodo de la Ilustración, autor de numerosas obras sobre agricultura (“Économie rurale et domestique”), nutrición y salud pública (“Observations sur les moyens de maintenir et de rétablir la salubrité de l’air dans la demeure des animaux domestiques”) orientadas a la mejora de las condiciones sanitarias de la población en general.

Retrato de Antoine Parmentier, François Dumont, Castillo de Versalles

Su biografía está llena de peripecias de todo tipo, en consonancia con los turbulentos momentos que lo tocó vivir: fue capaz de sobrevivir al Terror Revolucionario, no como el insigne Antoine-Laurent de Lavoisier que acabó en la guillotina víctima de la sinrazón del periodo («La república no precisa ni científicos ni químicos, no se puede detener la acción de la justicia») y también su labor fue reconocida en el periodo napoleónico (fomentó el uso de la vacunación antivariólica en el ejército).

En cualquier caso, Parmentier ha pasado a la historia como la persona que introdujo la patata en la dieta de los franceses, tarea nada fácil ya que se consideraba que era un tubérculo no muy saludable propio de animales o indigentes. En este sentido, parece ser que el francés descubrió las posibilidades del alimento mientras estuvo recluido en Westfalia tras haber sido capturado por los prusianos en el marco de la Guerra de los Siete Años.

A su vuelta, se dedicó a estudiar y divulgar los beneficios de la patata con libros como “Examen chimique des pommes de terre, dans lequel on traite des parties constituantes du blé”, reconocido con un importante premio de la academia de Besançon y con nulo éxito entre sus conciudadanos, que seguían despreciando la planta. En consecuencia, Parmentier decidió cambiar de estrategia: ya que no les convenció por la razón, apostó por otro mecanismo de introducción del producto. Así, consiguió que el mercado se fuera abriendo cuando el mismísimo rey Luis XVI empezó a lucir una flor de patata en la solapa y se plantaron patatas en distintos terrenos dispuestos a lo largo de toda Francia, estableciendo vigilancia durante el día con soldados que desaparecían al anochecer, para que los granjeros del lugar fácilmente “se hicieran con” las semillas de ese bien tan preciado que estaba custodiado militarmente y formaba parte de la dieta del rey. En cierto modo, no deja de ser una aplicación práctica del lema de “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, propio del Despotismo Ilustrado del s. XVIII.

Volviendo a nuestro siglo, el hiperdesarrollo de las redes sociales que hemos vivido en la última década han generado nuevos modelos de negocio, cambiado y mejorado los existentes y dado lugar a nuevas profesiones y fenómenos sociales. Uno de ellos es el de los “influencer” (los prescriptores que diría Cervantes) cuya actividad consista en la promoción de productos/servicios de empresas, aprovechando los atributos asociados (exclusividad, moda o ciertos valores…) a la imagen del prescriptor, que se explota a partir de los diferentes soportes que las redes sociales (por ejemplo Instagram) proporcionan para llegar al cliente objetivo.

Es decir, el éxito de los «influencer» como herramienta de posicionamiento va a depender, como siempre, del cliente, en su mayoría digital, que conforma el mercado actual. En este punto, no se debe olvidar que los clientes no son un “ente abstracto”, si no que se trata de personas “con cara y ojos”,  que han ido evolucionando su perfil de acuerdo con el entorno vertiginoso e hiperconectado en el que nos movemos.

A su vez, la tecnología y la omnicanalidad para acercar el producto o servicio al cliente final también están favoreciendo la dilución de las fronteras de los roles tradicionales cliente/empresa, apareciendo perfiles como:

      • El “prosumer, que es el consumidor capaz de generar contenido, opiniones y comentarios sobre productos o servicios, y que además son compartidos por una comunidad con gustos en común (cliente con capacidad de influencia: Twitter).
      • El “fansumer, que se identifica con la marca (proyección de valores u orgullo de pertenencia a una comunidad) más allá de la adquisición del bien o servicio.
      • El “presumer es un consumidor que llega a formar parte del proceso de creación de nuevos productos. Es capaz de decidir qué productos y servicios quiere encontrar en el mercado incluso invirtiendo en su creación de manera económica, permitiendo así su fabricación.
      • El “persumer”, por su parte, no busca marcas si no soluciones. Quiere hechos y compromisos, no relatos.

Como fácilmente se puede identificar, es la categoría de cliente la que condiciona decisivamente la mejor manera de llegar a él (“en el medio está el mensaje”) y no es lo mismo abordar un nicho de “persumer” que atacar un segmento repleto de “prosumer” o “fansumer”, donde técnicas similares a las de Parmentier podrían tener un mejor encaje.

En definitiva y aunque parecen muy novedosos, algunos “influencer” en el fondo hacen lo mismo que Antoine Parmentier para vender patatas. ¿A qué ya no resultan tan modernos? Lo siento.

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3 respuestas a Antoine Parmentier, la patata, los «influencer» y el Cliente Digital

  1. Manuel Zayas dijo:

    Interesantísimo, como siempre. Cuando creas que algo es moderno repasa y rebusca en la historia verás que de sorpresas.

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  2. No debí hacer bien el primer comentario así que repito y amplío. Interesante articulo. De lo que escribes, la introducción de la patata a través de un influencer, sería digo de estudio la influencia que tuvo el hecho de que a algo que se deseaba publicitar, se le diera un aire de secreto de Estado, como fue al principio la patata. Lo asemejo al asunto de la marca de vacunas con que se han vacunado las Infantas de España. La gente normal piensa que si el rey comía patatas no sería mala, como piensa ahora que la marca de vacuna, a la que aludo, es la buena, porque siempre la elite tiene más y mejor información.
    Sobre lo de influencer, o no, he participado una vez, no se como qué, en la asistencia a la venta de un producto, una cinta de correr, pero fue desalentador, porque tratando de ayudar dando información sobre el artículo comprado, me encontré con la cuestión de un individuo que preguntaba si la llevaba a casa y la dejaba instalada. Claro que no vuelvo a repetir.

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