¿El peor jefe?, ¿el peor compañero?

El otro día, en una de mis clases de Estrategia en el IE, tocó hablar de los problemas de agencia que se dan en las empresas y las posibles soluciones organizativas al respecto. Todo un reto. En síntesis, la teoría de agencia, introducida por Jensen y Meckling (1976), describe el conflicto que surge cuando los intereses de los directivos de una empresa (Agentes) no están alineados con los de los propietarios de la compañía (Principal, accionistas). La posibilidad e intensidad de esta clase de problemas aumenta a medida que el capital está muy diluido entre diferentes accionistas (mayoría de accionistas minoritarios), y los mecanismos existentes para su corrección se fundamentan en otorgar a los directivos paquetes retributivos (acciones, retribución variable) ligados a la consecución de objetivos determinados.

En el fragor del debate, el tema fue derivando hacia los mecanismos de toma de decisión y los valores que la impulsan en cada caso. Un alumno (David) me preguntó directamente cuál era la peor motivación que un jefe podía tener a la hora de mandar; así que hicimos una tormenta de ideas, dónde los alumnos reflejaron las más bajas pasiones humanas: envidia, odio, orgullo, soberbia, pereza… Sin embargo, faltaba por salir la que para mí se lleva el premio gordo: el resentimiento.

Aunque Nietzsche trató en su Genealogía de la Moral el resentimiento (como antítesis de la nobleza), el mejor ensayo que he leído sobre el tema lo escribió el Dr. Gregorio Marañón (una de las mentes españolas más fabulosas del s.XX) en su Tiberio, historia de un resentimiento. Este (entre otras cosas) médico, historiador, pensador y escritor español retrató de forma brillante esta “enfermedad incurable del alma” en su introducción a la historia del sucesor de Augusto.

¿Por qué es peor el resentido que el envidioso o el vengativo?. El dominado por la envidia o el odio tiene un objetivo en el que proyecta toda su pasión, por lo que su relación con el resto del mundo no está afectada y precisamente por eso, en palabras del Dr. Marañón, “tiene cura”, ya que el objeto de su pasión puede dejar de serlo e identificarse con quién no es odiado o envidiado. Por otra parte, la soberbia o el orgullo esconden el complejo de inferioridad o inmadurez de quién necesita reafirmarse permanentemente y, a su vez, la ira es pasajera.

Sin embargo, la persona dominada por el resentimiento (generado por una sucesión de hechos  percibidos y asumidos como desgracias injustas) se predispone contra “todo”: contra su destino, contra la sociedad, contra su suerte y carece de cualquier empatía con el prójimo. En este contexto, las personas se convierten en medios para sus fines: su alma está completamente abducida por este sentimiento y es prácticamente incurable.

En este ensayo, el Dr. Marañón recoge sus observaciones al respecto, y retrata al resentido como una persona cautelosa, manipuladora, hipócrita e inteligente (aunque no en exceso), que nunca explicita su acidez interior. Inicialmente parece que el triunfo podría ser su cura pero su consecución, aunque le alivia, le reafirma en su comportamiento. La única medicina posible es la “generosidad” que, “al brotar del alma”, es difícil que surja de una tan corrupta.

Por eso, sin duda alguna, lo peor es trabajar para o con un resentido. En el contexto empresarial, “cosifican” a todos sus colaboradores para lograr sus objetivos y, aunque se escudan en el proyecto empresarial para disfrazar su comportamiento como compromiso, son los primeros en traicionar la propia empresa en beneficio propio  constituyendo un claro ejemplo de teoría de agencia.

 No dejéis de leer el libro, infinitamente mejor escrito que este post.

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7 respuestas a ¿El peor jefe?, ¿el peor compañero?

  1. Ignacio Lozano dijo:

    Gracias Antonio por tu reflexión,
    Para ver el otro lado de la moneda yo me pregunto ¿cuál es el mejor subordinado? ¿cuál es el mejor jefe?
    El mejor subordinado es aquel que piensa que él tiene que hacer las cosas (asume la responsabilidad) y es consciente de la alta competencia de su jefe.
    Por otro lado el mejor jefe es aquel que es consciente que los problemas dependen de él (asume responsabilidad) pero confía en la alta competencia de su equipo para resolverlos.

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  2. Un afectado dijo:

    Definitivamente creo que conoces a mi jefe. ¿Existe la «kriptonita para resentidos» con los que se les pueda neutralizar? ¿Hay alguna técnica que permita minimizar los daños que causa su existencia?

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  3. Gabriel Ginebra dijo:

    ¡Qué debates más interesantes en tus clases, y que realistas! Muchas de las malas actitudes con los empleados proceden de una mala disposición interior. Un problema con uno mismo. El resentido equivoca el problema, porque arremete contra lo exterior y siente que no se la hace justicia “en general”. Me da pánico esta expresión, tan tópicamente utilizada: se merece algo mejor, injustamente olvidado, etc. Cada uno obtiene bastante lo que pretende. Cuidado además, porque la frontera entre el gran reformador paternalista y el resentido egoista es mínima, como ya denunciara Elton Mayo. A menudo las “grandes obras” empresariales provienen de el resentimiento. Y segurament podríamos hablar incluso de Hitler, Stalin, por no decir ejemplos más cercanos y discutibles.

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  4. Rafael T dijo:

    Buena reflexión. Como decía un amigo mío, el éxito de la vida es «saber cómo fracasar». O más concretamente saber como del fracaso se sale con nueva vida. Como decían hace años de Ángel Nieto, que «sabía caer de la moto».
    Si cuando las malas situaciones llegan, que suelen llegar, no las sabes gestionar, terminas convertido en un resentido. Vamos que el vino ha envejecido en vinagre.
    Claro, esta burrada solo se puede decir con años de vida intensa, cuando miras con cierta piedad y verguenza ajena a esos colegas que dicen «yo siempre he trazado mi destino y he conseguido lo que he querido».

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  5. Oscar Aragón dijo:

    Interesante este post. Voy a revisar mi lista de contactos… 😉

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